
Cambios emocionales en el posparto
Artículo publicado por Elena de Iracheta y la Dra. Isabel Rodríguez Piñero, psicóloga y ginecóloga, respectivamente, de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
Los cambios emocionales que se producen en el posparto suelen ser transitorios, pero afectan a numerosas mujeres en las primeras semanas después del parto. En general, impiden que la mujer goce de su maternidad, ya que crean sentimientos de culpa. Y es que la mujer no es capaz de expresar lo que le sucede, es un tema «tabú» del que está «mal visto» hablar porque se supone que la maternidad es todo felicidad. Por este motivo, las mujer carga con ello y apenas habla de lo que le pasa, le da «vergüenza».
Influencias negativas
– «La madre ideal»
– «La familia perfecta»
– «La mujer que todo lo puede».
Hay que desmitificar todos ellos, nadie es perfecto. La maternidad es una adaptación, y como tal es normal sentirse «diferente» y cometer fallos.
Factores asociados
– Antecedentes psiquiátricos previos: una historia de depresión previa hace que aumente la incidencia de estos trastornos en un 10%-24 %. Si han sido diagnosticadas de depresión durante el embarazo, la incidencia sube aún más (35%).
– Factores Sociodemográficos: edad muy temprana o edad tardía, factores de infertilidad previos al embarazo, historia de abortos múltiples, etc.
Los tres trastornos emocionales más frecuentes en el puerperio
1- Depresión posparto leve, también llamada ‘Maternity Blues’: se trata de un síndrome leve, normalmente transitorio, que puede presentarse entre el 20% y el 80% de las madres. Suele ocurrir entre dos y cuatro días después del parto y desaparece sin secuelas en unas dos semanas. Síntomas: insomnio, ansiedad, irritabilidad, cambios en el apetito, sentimientos de minusvalía…. Se considera más un proceso de «adaptación a la nueva situación» que vive la madre. Es importante controlar que los síntomas no vayan a más.
2- Depresión mayor posparto: el inicio se produce entre dos y tres semanas después del parto con una incidencia de entre el 5% y el 22%. Sus síntomas son: depresión melancólica, fuertes sentimientos de culpa, incapacidad de cuidar al bebé, sentimientos ambivalentes de amor-odio hacia él, pereza, pérdida de memoria, angustia intensa, pánico, taquicardia, problemas de sueño, de alimentación, tristeza extrema…
3- Psicosis posparto: en este caso es necesaria la actuación médica inmediata. Es un trastorno agudo y grave que ocurre en 1-2 casos de cada mil nacimientos. Aparece de forma brusca entre el tercer y el noveno día, pero también puede aparecer más adelante (sobre 60º mes de vida del bebé). Presenta labilidad emocional, agitación grave, confusión, pensamiento desorganizado, alucinaciones, daño físico.
¿Cómo ayudar a las madres en estos cambios emocionales?
Durante el «Maternity Blues» o depresión posparto leve, si la paciente así lo pide debe ir a terapia con un especialista en embarazo, parto y posparto, que reciba apoyo, información… En este caso tan leve va a necesitar apoyo en su adaptación.
En la depresión mayor posparto va a ser necesaria una terapia farmacológica puntual unida a terapia psicológica especializada. Si existen antecedentes sería importante valorar que la paciente tome medicación antes del parto para prevenir cuadros más graves.
En la psicosis posparto, la única opción es el tratamiento farmacológico e incluso el ingreso hospitalario.
– Un aspecto importante que debemos destacar en este tema es la comunicación madre/médico/ginecólogo, que en su revisión posparto debe preguntarle cómo se encuentra, cómo se adapta e insistir si se observan conductas que nos hacen sospechar, precisamente porque no es un tema fácil para la madre (en ocasiones es la pareja quien nos da esa información).
– A, veces la «hiperreactividad emocional» que va a sentir la madre en el momento del puerperio no es un síntoma negativo, sino que le va a ayudar para «ponerse en el lugar del bebé», entendiendo y respondiendo de forma adecuada a sus continuas demandas.
– El periodo puerperal es, en general, un periodo muy vulnerable para la mujer y su nuevo rol en esa díada «madre-hijo».
– Es necesario un soporte afectivo/emocional, familiar y social.
- Es muy importante y necesario dar visibilidad a este momento, normalizar esta nueva etapa de la mujer a su nuevo rol de madre, con todo lo que ello conlleva.
- Durante el embarazo ya suceden cambios emocionales, durante el parto la mujer está preparada para: separarse físicamente de su bebé (dejan de ser uno solo), y adaptarse al bebé real (no al que han imaginado durante el embarazo) y sus necesidades (que son muchísimas).
- Y después del parto, la mujer tiene que estar emocionalmente preparada para sentir cosas agradables y otras que no lo son tanto, pero que son «normales», como sentir «extrañeza» al estar con el bebé, adaptarse a su bebé real, aprender a disfrutar dentro de las incomodidades (sueño acumulado, lactancia, etc).
- La mujer así tiene que adaptarse al nuevo rol de madre, al cambio de su propia imagen corporal, familiar y social.
– Importancia del «apego madre-hijo»: esa diada de la que hablamos está compuesta por el comportamiento de los dos, pero mucho más importante y activo es el de la madre: tiene que estar disponible de forma casi constante para el bebé (eso le puede agobiar), tiene que aceptar y asumir que está «atada» al bebé y tiene que ser capaz de cubrir todas sus necesidades, tiene que ser «sensible», que es la suma de todo lo anterior (estar disponible, aceptar su nuevo rol).
Todo lo anterior desde la normalidad, todo cambio en nuestras vidas, lleva un proceso de adaptación, de subidas y bajadas de ánimo, y más aún en este proceso tan complejo como es la maternidad.
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