
Consejos para un verano saludable
Las cifras que marcan los termómetros estos días empiezan a parecerse mucho a las temperaturas veraniegas. Por eso, ha llegado el momento de recordaros desde la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional algunas de las claves y consejos que debemos tener en cuenta para tener un verano saludable y no sufrir las posibles consecuencias que puede conllevar el calor de verano.
Evitar golpes de calor
Sin duda, los golpes de calor son una de las mayores preocupaciones durante el verano y, en concreto, en los días más calurosos. Los golpes de calor se producen generalmente cuando el cuerpo alcanza los 40º, después de haber estado expuesto a altas temperaturas o de haber hecho ejercicio físico en condiciones de mucho calor.
Tratar un golpe de calor con rapidez es fundamental para que no ocasione daños en órganos tan importantes como el cerebro, los riñones o el corazón. Por ese motivo, lo principal es saber detectar los síntomas:
- Temperatura corporal extremadamente alta, alcanzando los 40º.
- Delirios, confusión, irritabilidad.
- Náuseas y/o vómitos.
- Piel enrojecida.
- Respiración acelerada.
- Ritmo del pulso cardiaco elevado.
- Dolor de cabeza.
- Piel muy caliente y seca o, por el contrario, con excesiva sudoración.
¿Qué hacer ante un golpe de calor?
Lo mejor es buscar ayuda médica de inmediato y llamar al número de emergencias. Mientras tanto, podemos tomar ciertas medidas como son retirar a la persona a un lugar cerrado o con sombra, quitar ropa en exceso y emplear algún método para bajar la temperatura corporal, como darle un baño con agua fresca, pasar una esponja con agua fría por su cuerpo o usar compresas o toallas húmedas en zonas como las ingles, las axilas, la frente y la nuca.
¿Cómo evitar golpes de calor?
- Evitar la exposición solar en las horas centrales del día.
- Cubrir la cabeza cuando estemos expuestos al sol en la calle.
- Llevar prendas ligeras, que permitan transpirar.
- Mantener una buena hidratación.
Hidratación en verano
Durante el verano, las altas temperaturas hacen que el cuerpo pierda agua con mucha más velocidad que de costumbre. Por ese motivo, el riesgo a deshidratarnos es mucho mayor. Mantener una buena hidratación es fundamental para el correcto funcionamiento del organismo, ya que gracias a ella este transporta el oxígeno hasta los músculos, elimina el anhídrido carbónico a través de la respiración y regula la presión arterial. Además, una mala hidratación puede afectar también al proceso digestivo, a la circulación de nutrientes o provocar que el corazón trabaje a una mayor intensidad, generando sobre él un gran esfuerzo.
¿Síntomas de una deshidratación?
Los síntomas son similares a los de un golpe de calor, siendo los más importantes la sensación de sed y boca seca, el dolor de cabeza, el cansancio extremo, mareos, problemas de concentración, poco pis y de color oscuro…
¿Cómo mantenernos bien hidratados en verano?
La principal recomendación es que se beba en torno a 2,5 litros de agua diarios en verano. Además, se recomienda siempre llevar una botella de agua encima cuando estemos en la calle y expuestos a altas temperaturas, y beber de forma constante, aunque no se tenga sed. Por su parte, también se recomienda incluir en la dieta alimentos que contengan mucha agua y favorezcan la hidratación, como la sandía, el pepino, el melón, los tomates, el apio…
Hidratación en el embarazo y la lactancia
Es importante saber que el riesgo de deshidratación es más elevado en mujeres embarazadas y en época de lactancia, por lo que es especialmente importante extremar la precaución y mantenernos bien hidratados en esta época. De hecho, una mala hidratación no solo podría afectar a la mujer embarazada, sino también al feto.
Durante el embarazo, la falta de hidratación puede reflejarse en forma de calambres e, incluso, contracciones debido a la irritabilidad del útero por la falta de líquido.
Por todo ello, se recomienda beber principalmente agua, además de infusiones, zumos… y evitar bebidas estimulantes (café, té…), edulcoradas, bebidas con gas…
Alimentación para un verano saludable
Durante el verano es habitual hacer más planes, salir más a comer o cenar fuera, ir de terrazas… Por eso, a veces se complica llevar a cabo una alimentación saludable. Sin embargo, es importante mantener unos hábitos alimenticios adecuados, que compensen esos excesos esporádicos:
Nada de dietas milagrosas. La operación biquini hace que mucha gente recurra a dietas muy limitantes que prometen resultados muy rápidos. Sin embargo, el peso perdido en este tipo de dietas se recupera igual de rápido, dañando nuestra salud.
Durante el verano vamos a incorporar a nuestra dieta, como hemos dicho, alimentos con mayor cantidad de agua. El consumo de frutas y verduras será más notable, pues además apetecen más que nunca los platos frescos como cremas frías, ensaladas, gazpachos…
El consumo de verduras crudas y frutas con piel aportará a nuestro organismo más fibra y, además, son productos antioxidantes, lo que nos ayudará a proteger la piel en verano.
Intentaremos realizar una dieta variada.
También en esta época podemos aumentar el consumo de pescado, ya que se digiere más rápido que la carne, y en verano preferimos digestiones menos pesadas.
A la hora de consumir ensaladas, debemos prestar atención a los aliños e ingredientes, ya que pueden tener muchas calorías. Así, lo más importante es que una ensalada tenga una buena base de ingredientes vegetales, y podemos añadir alguna proteína o hidratos de carbono, como lentejas, arroz, atún… También es bueno incorporar una grasa saludable (aceite de oliva, aguacate…).
En el caso de mujeres embarazadas, durante el verano es importante extremar ciertas precauciones frente a infecciones como la salmonelosis o la listeria, pues son más frecuentes con las altas temperaturas. Por eso, se debe tener mucho cuidado con el pescado, los huevos, los helados caseros (ya que podrían contener huevo poco cocinado), productos de leche cruda…
Por supuesto, es básico atender al mantenimiento de los alimentos durante el verano. Hay que prestar especial atención a productos como los huevos y la carne de ave. Además, si vamos a comer al aire libre y nos llevamos la comida preparada de casa, es importante que esta se mantenga fresca.
Cuidado de la piel en verano
Debemos proteger la piel del sol durante todo el año. Sin embargo, usar protección solar se vuelve imprescindible en los meses de verano. De este modo, algunos consejos que podemos llevar a cabo para cuidar la piel en verano son:
Mantener la piel muy limpia. Durante el verano la piel se ensucia más por el sudor, la tocamos más… Por eso, debemos prestar atención a la limpieza de la cara por el día y por la noche.
Recalcar, de nuevo, la importancia de la hidratación, tanto del cuerpo (con los consejos que antes hemos comentado) como de la piel (con una crema hidratante, agua micelar, jabones…).
Aplicar protección solar varias veces al día, más o menos cada dos horas.
Llevar una alimentación rica en minerales, vitaminas y antioxidantes.
Durante el embarazo, los cambios hormonales hacen que aumente el riesgo a que aparezcan manchas en la piel. Por eso, se hace aún más importante proteger la piel con protectores solares y, además, llevar la cabeza cubierta.
Ejercicio en verano
A la hora de practicar ejercicio en verano, lo más importante es hacerlo de forma moderada, evitando las horas centrales del día (lo mejor es dedicar las primeras horas del día al ejercicio) y manteniéndonos siempre muy bien hidratados y con ropa fresca y transpirable.
Con respecto al embarazo en verano, además de aplicar los consejos anteriores, se recomienda la práctica de actividades como el yoga, el pilates, la natación, caminar… Y, ante pies o piernas hinchadas, se recomienda aplicar duchas frías empezando por los pies, poner las piernas en alto y realizar masajes para bajar la inflamación.
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