Por la Dra. Esther Suárez Agustín, ginecóloga de la Unidad de la Mujer.
El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en mujeres. Afortunadamente, detectarlo de forma precoz aumenta significativamente las posibilidades de curación. Por eso, el cribado o screening mamario es una herramienta fundamental en la medicina preventiva.
Pero ¿cuándo debemos comenzar a realizar estas pruebas? ¿Qué métodos se utilizan? ¿Y cómo se adapta el cribado según la edad y los factores de riesgo? La Dra. Esther Suárez Agustín, ginecóloga de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, nos lo explica.
¿Qué es el cribado del cáncer de mama?
El cribado consiste en realizar pruebas diagnósticas a mujeres aparentemente sanas, con el objetivo de detectar tumores en fases muy tempranas, incluso antes de que aparezcan síntomas. Esto permite aplicar tratamientos más eficaces y menos agresivos, mejorando así la supervivencia y la calidad de vida de las pacientes.
¿Qué pruebas se utilizan?
La mamografía es la prueba principal en el cribado. En algunas mujeres, especialmente en las más jóvenes con mamas densas, se puede complementar con una ecografía mamaria. De forma más excepcional, en mujeres de alto riesgo (por antecedentes familiares o genéticos), puede ser necesaria una resonancia magnética de mama.
Cribado según la edad
El enfoque del cribado varía según el grupo de edad, combinando recomendaciones internacionales con factores individuales y las directrices de salud pública de cada comunidad autónoma:
- Menores de 40 años:
No se recomienda realizar cribado sistemático en mujeres sanas menores de 40 años, salvo en casos de alto riesgo. Para la población general, se aconseja la autoexploración mamaria como medida de concienciación y autoconocimiento.
En mujeres con mutaciones genéticas (como BRCA1 o BRCA2), se inicia el seguimiento a partir de los 25 años con ecografías y resonancias mamarias. En estas edades, la mamografía no es la técnica indicada. - Entre 40 y 49 años:
Las recomendaciones varían según los factores de riesgo. En general, se sugiere un cribado individualizado, con mamografías anuales o cada dos años. La decisión debe tomarse conjuntamente entre la mujer y su médico, valorando los beneficios y los posibles inconvenientes.
Muchos consensos internacionales, como los estadounidenses, abogan por mamografías anuales a partir de los 40 años. - Entre 50 y 69 años:
Es el grupo en el que más evidencia existe sobre la efectividad del cribado. La recomendación general es realizar mamografías cada dos años, aunque en mujeres con factores de riesgo se puede optar por una frecuencia anual. - Mayores de 70 años:
Si la mujer está sana y con buena expectativa de vida, puede beneficiarse del cribado. En este grupo, la decisión también debe individualizarse.
Factores de riesgo que modifican el cribado
La edad es importante, pero no es el único factor. El cribado debe adaptarse también a cada mujer según su historial médico y familiar. Algunos factores de riesgo que justifican un seguimiento más estrecho son:
- Antecedentes familiares de cáncer de mama u ovario.
- Mutaciones genéticas (como BRCA1 o BRCA2).
- Radioterapia previa en la zona torácica.
- Biopsias de mama previas con lesiones benignas, pero con riesgo potencial elevado.
En la prevención del cáncer de mama no hay una fórmula única. El cribado debe ser personalizado y consensuado entre la paciente y el profesional médico, teniendo en cuenta su edad, antecedentes personales y familiares, y estilo de vida.
En la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, contamos con un equipo multidisciplinar y tecnología de vanguardia para ofrecer un seguimiento individualizado y seguro en todas las etapas de la vida de la mujer.
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