Preguntas frecuentes sobre el sexo en el embarazo

La Dra. Isabel Rodríguez-Piñero y Elena Iracheta, ginecóloga y psicóloga respectivamente en la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, nos resuelven en este vídeo emitido en directo en nuestra cuenta de Instagram las dudas más frecuentes que surgen en relación a la práctica del sexo en el embarazo y a su seguridad.

Numerosos estudios corroboran que practicar sexo durante el embarzo es totalmente seguro y que no entraña ningún peligro, salvo en aquellos embarazos que tengan alguna contraindicación, como podría ser una rotura prematura de membrana, una amenaza de aborto o de parto pre término, o cualquier patología en la que nuestro ginecólogo nos haya especificado que no podemos mantener relaciones sexuales. Por lo demás, si el embarazo es normal, no existe ninguna contraindicación, de hecho es bueno para la madre y para el bebé.

Por qué es positivo el sexo en el embarazo

Durante el embarazo los músculos de la pelvis están más irrigados, hay más flujo sanguíneo, por lo que practicar el sexo es bueno en esta situación. Además, ayuda a disminuir el estrés porque durante el orgasmo se libera oxitocina, que es la hormona del amor, de la empatía, de las relaciones sexuales. Liberar oxitocina es bueno para el bebé y para nosotros desde el punto de vista físico.

Hay que tener en cuenta que al liberar esta hormona podemos tener contracciones y esto es algo normal, fisiológico, no pasa nada a menos que sean dolorosas y rítmicas. Las contracciones se producen porque el acto sexual es un ejercicio físico, y lo normal es que después de hacer ejercicio las tengamos. Es, sencillamente, una respuesta muscular que suele durar un par de minutos (el tiempo que permanece la oxitocina en sangre).

Gonococia

El sexo en el embarazo a través de los trimestres

Podemos encontrar estudios que afirman que el 54% de las gestantes carecen de apetito sexual durante el primer trimestre. Esto está directamente relacionado con los síntomas físicos: en los primeros tres meses disminuye la lívido si existen problemas como malestar, náuseas, vómitos, cansancio… Evidentemente, si no nos encontramos bien se reduce el deseo y no tenemos ganas de practicar el sexo hasta que el cuerpo se aclimata al embarazo.

Esta situación suele cambiar en el segundo trimestre, cuando el embarazo está más asentado. En estas semanas vamos a notar cómo aumenta la lívido y vuelve el deseo, el pecho aumenta y nos vemos más atractivas. Incluso, muchas mujeres sostienen que es en este trimestre cuando han tenido el primer orgasmo de su vida. Esta situación está motivada por el cambio físico en la mujer y el aumento de irrigación y flujo de riego sanguíneo en la pelvis, que hace que los orgasmos sean más intensos y la vida sexual más placentera, algo de lo que debemos disfrutar.

En el tercer trimestre vuelven a decaer las relaciones por el aumento de tamaño de la tripa y porque la mujer se siente más incómoda físicamente. Sin embargo, ahora también existe deseo, por lo que debemos adaptar las posturas para estar cómodas, y estas son las que no presionan el abdomen. Las relaciones sexuales pueden darse hasta el final del embarazo sin que estas supongan un desencadenante del parto.

Además, no tenemos por qué prácticar solamente el coito con penetración, las relaciones de pareja pueden ser mucho más amplias. No solo se libera oxitocina a través del orgasmo sino también con masajes, abrazos, caricias, besos… Todo el contacto físico y afectivo nos va a hacer sentir bien.

El sexo en el posparto

Parece que nos han inculcado que el posparto tiene una duración de seis semanas y que a partir de ese momento vamos a estar perfectas, y no siempre es así. Cada posparto y cada puerperio es un mundo, y hay algunas que a las tres semanas están fantásticas y otras que a los tres meses no lo están. Y no pasa absolutamente nada, cada mujer necesita una adaptación porque cada situación es diferente. No debemos presionarnos nosotras mismas ni sentir presión social.

Además, en este momento estamos volcadas en nuestro bebé, en su cuidado y alimentación, y tenemos el ámbito del placer cubierto gracias a la liberación de oxitocina que se produce cuando estamos en contacto con nuestro bebé. Nuestro propio cuerpo nos está indicando que no vamos a tener esa necesidad de practicar el sexo.

Lactancia materna

Durante el puerperio, si estamos dando lactancia materna, hay una supresión fisiológica de las hormonas por la prolactina, porque la naturaleza es sabia y quiere evitar nuevos embarazos. La prolactina inhibe las hormonas sexuales y hay una disminución absoluta de la lívido.

También se produce en esta etapa una sequedad vaginal fisiológica, por lo que recomendamos el uso de lubricante para poder mantener relaciones placenteras y sin dolor. Si notamos dolor, siempre debemos consultar a nuestro ginecólogo, a un fisioterapeuta de suelo pélvico y a psicólogos o sexólogos, porque muchas veces las molestias tienen un origen psicológico y se solucionan incluso en tan solo dos o tres sesiones de psicoterapia. Hay que evitar que los dolores vaginales se cronifiquen, por lo que hay que acudir cuanto antes a un especialista para que haga un estudio completo.

Es importante recordar que la falta de apetencia es normal, hay que entender que el cuerpo tiene que volver a adaptarse después de nueve meses de grandes cambios fisiológicos. En el posparto todo vuelve a su sitio pero hay que esperar, no se debe adelantar lo que el cuerpo no desea. Además, los cambios no solo son físicos, también emocionales. La mujer tiene que asumir su nuevo cuerpo, afrontar el cambios de roles (madre, esposa, trabajadora, etc.), incluso también se echan de menos cosas de la vida anterior al embarazo. Todo esto es normal e, insistimos, requiere de un tiempo de adaptación que, en muchos casos, supone más de seis semanas.

Cabe resaltar, asimismo, que durante la lactancia se producen cambios hormonales importantes que conllevan labilidad emocional (cambios rápidos en el estado de ánimo), ‘maternity blues’ (melancolía posparto) o incluso depresión posparto. Todo esto es normal, no siempre son depresiones, sino momentos de subidas y bajadas hormonales que provocan inestabilidad y no hay mayor problema, debemos normalizar que podemos sentirnos mal. En todo caso, si notamos que los síntomas son más graves o duran más en el tiempo, entonces hay que consultar con un profesional. Tenemos que cuidarnos porque para cuidar hay que cuidarse, y para ello debemos contar con el apoyo de la pareja.

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La pareja

Hay que recordar que, para el hombre, la llegada de un bebé también es un gran cambio en su vida e, igualmente, necesita un periodo de aclimatación. Es normal que al principio surjan malentendidos y fricciones, y en muchas ocasiones los problemas derivan de la falta de comunicación. Hay que hablar, cuidar y preocuparse por la otra persona, preguntarle a diario cómo está y cómo se siente, respetar los espacios mutuos, etc.

Es muy fácil perderse en el mundo del bebé y por eso aconsejamos dedicar un rato al día a la pareja, aunque sean diez o quince minutos: tomar algo juntos, disfrutar del café por la mañana, dar un paseo, preparar un baño con espuma… hay que buscar y compartir buenos momentos. Y, cuando el bebé haya crecido y tengamos confianza como para dejarlo con alguien, no está de más disfrutar de una comida o una cena semanal los dos solos.


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