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La familia del Virus del Papiloma Humano (VPH) incluye más de 200 tipos de virus, 12 de los cuales (16/18/31/33/35/39/45/51/52/56/58/59) se asocian a cánceres o lesiones inmediatamente precursoras o de alto grado. Otros tipos, como el VPH 6 y el 11, se asocian a procesos benignos como verrugas genitales o papilomatosis respiratoria recurrente.
EL VPH es la infección de transmisión sexual más común en el mundo. De hecho, por numerosos estudios sabemos que aproximadamente la mitad de las mujeres estarán infectadas a los 2-3 años del comienzo de su vida sexual. Siendo factores de riesgo el número de compañeros sexuales que se hayan tenido, relaciones de riesgo y, el más importante de todos, la edad de inicio de las relaciones sexuales por la inmadurez y debilidad del cuello uterino en estas etapas.
El riesgo de adquirir nuevas infecciones por VPH permanece significativamente alto a lo largo de toda la vida en las personas sexualmente activas y, aunque el riesgo disminuye con la edad, este sigue siendo significativamente alto incluso por encima de los 45 años.
También se ha demostrado que la persistencia de la infección por VPH aumenta con la edad.
La infección por VPH es causa necesaria para el desarrollo de cáncer de cuello de útero y está relacionada con una elevada proporción de cánceres de ano, vulva, vagina, pene y orofarínge.
Globalmente, el VPH es el agente causal de aproximadamente el 5% de los casos de cáncer en humanos.
El VPH se transmite mediante el contacto de la piel o mucosas. La principal vía de contagio es la vía sexual (por penetración vaginal y/o anal y, menos frecuentemente, por el contacto piel con piel de la zona genital y por el sexo oral).
Se estima que aproximadamente el 80% de las mujeres sexualmente activas contactan con al menos un tipo de VPH en algún momento de su vida (este porcentaje es todavía mayor en el caso de los hombres).
Sin embargo, cabe resaltar que más del 90% de estas infecciones son transitorias y se resuelven en el transcurso de los dos años posteriores a la infección.
Tras el contagio del VPH, este puede permanecer inactivo durante un tiempo prolongado por lo que la detección del virus puede pasar desapercibida hasta años después de la transmisión.
La mayoría de contagiados tienen una infección transitoria que no supone riesgo alguno, ya que el VPH acaba eliminándose totalmente.
En general, estas infecciones pasan desapercibidas. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de casos (en torno al 10-15%), la infección por VPH persiste a lo largo del tiempo sin que sus defensas consigan eliminarla.
Es importante remarcar que el estar infectado por un VPH de alto riesgo no implica que las células cervicales tengan transformación premaligna, en la mayoría de los casos se tratará de una contaminación transitoria.
La gran mayoría de las infecciones por el VPH son asintomáticas, pero, en algunos casos, se pueden dar síntomas; como por ejemplo:
Verrugas genitales o condilomas: son tumores benignos que no llegan a malignizar, pero representan una gran preocupación para el paciente y una gran tendencia a reaparecer. Disponemos de diferentes formas de tratamiento para estimular el sistema inmune y eliminar la lesión sin cicatrices.
La ausencia de síntomas en lesiones precursoras del cáncer y no realizar revisiones ginecológicas periódicas es un factor de riesgo mayor para desarrollar cáncer de cuello uterino.
Actualmente no existe tratamiento médico específico para la infección VPH.
Las vacunas protegen de forma muy eficaz frente a los principales tipos de VPH que causan enfermedades y, además, son muy seguras.
Todas las vacunas comercializadas incluyen los tipos de VPH 16 y 18, causantes del 70% de los cánceres de cuello de útero y una proporción significativa de los cánceres de vulva, vagina, ano y orofaringe.
La vacuna previene de la infección pero no afecta a la eliminación de un virus existente en el momento de la vacunación.
A pesar de ello, la vacuna también puede ser útil en personas que han tenido relaciones o han estado expuestas al VPH, ya que, a diferencia de lo que ocurre con otras infecciones, el antecedente de una infección previa no protege completamente frente a la adquisición de nuevas infecciones por estos mismos tipos de VPH.
El preservativo protege de manera muy importante frente a la infección. Sin embargo, incluso con un uso correcto, la protección no es total, debido a que el área protegida por el preservativo es limitada y toda la piel de la región del perineo es potencialmente infecciosa.
La correcta utilización del preservativo ha demostrado una reducción significativa en la incidencia tanto de verrugas genitales -o condilomas- como de lesiones premalignas.
Además, el preservativo protege frente a otras infecciones de transmisión sexual, como el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana), la sífilis o la gonorrea y frente a un posible embarazo no deseado.
En nuestro país, la vacunación frente al VPH está financiada en niñas de 12 años con unas coberturas del 74,3%.
Cuando el VPH produce alteraciones, estas se pueden observar en la citología. De ahí la importancia de las revisiones periódicas para que, en caso de producirse la infección y la alteración de las células del cuello uterino, podamos identificarlo y tratar de diferenciar si se trata de una infección transitoria -en la mayoría de los casos- o bien produce alteraciones que serán detalladas con el correspondiente colposcópico.
Recientemente se están instaurando programas de cribado o detección precoz para toda la población del cáncer de cuello uterino, donde a partir de ciertas edades se realiza directamente la detección del VPH. En ellos Se recomienda realizar esta prueba cada 5 años a partir de los 30-35 años.
Desde la Unidad de Prevención del Cáncer Ginecológico de la UDM, recomendamos realizar esta prueba cada 5 años a partir de los 30-35 años.
Las mujeres vacunadas también deberán realizarse controles periódicos.
En el caso de infección persistente, el VPH puede causar alteraciones celulares que derivan en el desarrollo de lesiones premalignas que, con el tiempo, pueden evolucionar a un cáncer.
Que una infección sea persistente o no va a depender fundamentalmente de factores que impidan al sistema inmune realizar su trabajo de eliminación de la infección; como: el tabaquismo, alteraciones en las defensas del organismo o sistema inmune (inmunodepresión) y del tipo de HPV implicado.
El cuello del útero es el área genital con mayor riesgo para que se produzcan infecciones persistentes por VPH. Esto es debido a que presenta células con gran capacidad de recambio, siendo el punto de entrada idóneo para el virus.
Otros tejidos del área ano-genital -como la vagina, la vulva, el ano, el pene- o extragenital -como la orofaringe, la laringe y el esófago- son menos susceptibles, pero las recientes investigaciones sugieren que también pueden sufrir un proceso similar.
Dado que la infección por VPH es asintomática, la forma de detectarla estará basada en el análisis de una muestra que nos permitirá detectar la presencia del virus (prueba de VPH), mínimas alteraciones celulares indicativas de que existe infección en ese momento o alteraciones celulares más importantes sugerentes de lesiones premalignas.
La vacuna está recomendada en adolescentes de ambos sexos de 9 a 15 años, siendo en este caso necesarias solo 2 dosis. Pasada esta edad, son necesarias 3 dosis a aplicar en su pauta recomendada a lo largo de 1 año. Disponemos de estudios de eficacia y seguridad hasta los 45 años.
En el mercado español se dispone de 3 vacunas diferentes, siendo la más reciente indicada para la prevención de verrugas genitales, lesiones vaginales y de la vulva precancerosas, lesiones cervicales precancerosas y cáncer cervical relacionados con las variedades del VPH.
Si bien se recomienda administrarla antes del inicio de relaciones sexuales, la vacuna puede ser administrada tras haber iniciado relaciones. Siendo especialmente recomendada en pacientes sometidas a conización por una lesión de alto grado.
La vacuna en ningún caso puede provocar una reactivación de la infección.
Es importante conocer que la infección por VPH no confiere inmunidad en el caso de haber sido eliminada por el propio organismo, ello quiere decir que podemos volver a ser infectados por la misma variedad de VPH.
Es una vacuna eficaz y segura que ofrece protección prácticamente total frente a los virus.
Las vacunas están constituidas por partículas parecidas al virus, formadas a partir de proteínas, por tanto, no es infecciosa.
Es una vacuna preventiva, no curativa. Las vacunas generan buenos niveles de memoria inmunológica, lo que hace prever una larga duración de la protección, probablemente de por vida.
Es una vacuna de aplicación intramuscular. Generalmente se aplica en el músculo deltoides del brazo, con escasos efectos adversos, como enrojecimiento, molestias musculares leves o febrícula.